viernes, 11 de diciembre de 2009

El miedo



¿Sabes, amigo? En aquella columna con cuerpo de esquela y espíritu de resaca que escribí sobre la muerte, ya te dije que me da pánico todo lo que se mueva dentro del abanico alicatado que va desde un grillo a un odontólogo. Disculpa que cite al Manteca, Juanmita breve, en lugar de sacar de mi bolso de palabras desgastadas por el abuso del onanismo literario las de algún clásico recurrente que, con su sabiduría sin empañar, nos pudiera ilustrar mejor. Lo hago por dos razones. La primera es que comienzo a tener tanta dificultad para volar como un pájaro untado en alquitrán, los mismos recursos lingüísticos de Tarzán para adjuntar a una frase un simple complemento circunstancial y, finalmente, también debo confesarte que estoy tan falto de inspiración como un poeta recién operado de hemorroides. La segunda razón es para desdecirme sin miedo a la vergüenza del qué dirán: en la consulta del odontólogo no me da miedo la auxiliar que lo ayuda, una chica que, al declinar sobre mi dentadura para evitar que me atore con la saliva, me ofrece una imagen subliminal de escote naciente, de fruta que mi mente perturbada por el efecto de la anestesia siempre concibe como fruta virginal.



Nunca tengas miedo al miedo, Juanmita cobarde. El miedo nos pone inesperadamente una mano sobre el hombro cuando la vida entera entra en una habitación ocupada por la oscuridad…pero una mano en el hombro, Juanmita pusilánime, siempre ha sido una señal de amistad. El miedo es un buen colega al que le gusta vestir de negro, abrir puertas que chirrían y poner caras con gesto de enfermedad terminal. El miedo es un animal maleducado que a veces grita en lugar de hablar, es un crujido seco de la madera que despierta en medio de una madrugada que ha parido pesadillas tras una fiebre puerperal, es una aparición adimensional, viscosa o errante, es un heraldo que con sonrisa socarrona anticipa peligros que acechan embozados, castigos eternos y navajas bandoleras que esperan en cualquier esquina por la que hemos de pasar.



El miedo, a veces, se asoma a los ojos de un niño que aprende a andar y descubre el vértigo; se acerca a las manos del niño que toca el mundo por primera vez y se mancha. Salir sin miedo a la vida del no paraíso de la infancia, tras que nos hayan inoculado dosis de terror o estigmas imposibles de borrar, es toda una heroicidad. El miedo de los niños es el gran error de sus padres que tanto miedo tienen a quererlo tanto.



¿Por qué, Juanmita niño, tienes siempre ese miedo de niño con miedo? Déjate ir, déjate llevar con los ojos cerrados por el alambique de la vida. Y si el miedo aparece, Juanmita medroso, apóyate en él, escucha lo que te dice con su voz fantasmal y aprende. Ten presente, Juanmita ignorante y achantado, que el miedo está sentado encima de la cátedra de la verdad. Basta quitarlo de ahí para descubrirla, para continuar.



Si algo no me da miedo en la vida es la mujer y la palabra. Una mujer hecha de palabras, vestida sólo con palabras, dormida sobre las palabras. Cuando siento el miedo a la muerte, tan cercana como me va quedando, salgo corriendo a comprar un diccionario y luego a buscar a una mujer para regalárselo. Le pido que me busque dentro de ese ejército alfabetizado y mis miedos se diluyen, Juanmita feliz, en el recorrido ordenado de su mirada que ha vencido al asombro, de sus ojos sin miedo a los míos que imploran, de sus manos que al tocar aquellas páginas parece que me acarician el alma con suavidad.

13 comentarios:

Capitán dijo...

El miedo es un enemigo en tiempos de calma, y un colega en la vorágine.

Susana Peiró dijo...

Qué palabra interesante. Por momentos, elevada, con un lugar de privilegio en el quehacer religioso. Denigrada, despreciada y símbolo de deshonra en tiempos de guerra.

Miedo está siempre muy cerca de su hermano bastardo, el Valor. Y uno de los detalles más curiosos es la relación estrecha que existe entre ambos.

Porque Valor -como sabemos- muchas veces necesita de Miedo para existir, sopesar sus acciones y tomar impulso. Y aunque se lleva siempre los laureles, a veces reconoce que sin los consejos de su hermano, sería un loco sin remedio.

Vale, que estos dos, siempre se están peleando en nuestro interior Manty!

Besazos muchos, Enormes y Cariñosísimos para tu Escritor!

carmen jiménez dijo...

¿Qué puedo decir yo? Yo,que sé lo que es el miedo. Miedo a todo, o a casi todo. Vivir con miedo y seguir viviendo. Y así, cuando te haces mayor, porque quizá no tuve un papá como tú que me quitara el miedo, luego, de mayor, le haces frente y lo encaras como si de un enemigo se tratara y por fin le adjudicas su parte buena. La otra, está en nosotros. Lo expresaste con suma claridad, pero aún así, me harás dar vueltas al tema de que "el miedo está sentado encima de la cátedra de la verdad. Basta quitarlo de ahí para descubrirla, para continuar.
Me gusta este blog.
Abrazos.

América dijo...

El mejor antídoto para el miedo es la confianza,mirarle de frente ,quizás algunos de nuestros temores se hagan realidad,según la tinta del miedo ya sabemos, nos proteje o nos ahoga sin piedad.

Miedo de tener miedo, es un sentimiento universal,miedo son cuatro letras para desarmar,para dividirla y que no tenga fuerza,colocar en su lugar la prudencia dama elegante ,aunque el miedo la quiera desnudar.

Entre claros y oscuros caminamos sin temerle a nuestros fantasmas.

Un abrazo.

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Inmejorable imagen la de esa mujer buscándote en el diccionario. ¡Extraordinario!
Espero encontrarme alguna vez entre usted y su miedo.
Un beso con bravo.

Librería de Mujeres Canarias dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mangeles dijo...

Mi querido Sr. Manteca, yo no creo que Juanmita tenga tanto miedo. Es un buen chico, y tiene un fondo muy sereno y firme. SEguro que no tiene miedo.

¡Si alguien no tiene miedo al dentista es que no está vivo¡


Besos sin miedo, Sr. Manteca, y uno muy cariñoso para Juanma ·"feliz".

Juan "El Manteca" dijo...

Capitán: y nunca hay que perderlo de vista. Gracias.

Susana: una de las palabras más interesantes y ricas del diccionario. Sin duda. Gracias.

Medialuna: créame, el Juanmita es un tanto miedica. Pero lo sabe esconder. Gracias.

Juan "El Manteca" dijo...

América: así hemos de caminar, que tenga miedo el miedo. Gracias.

siempreconhistorias: y siempre tan agradecido a sus buenos comentarios. El miedo será expulsado. Gracias.

mageles: mi respuesta a su comentario es la que di a medialuna (disculpen ambas mi error...y mis años culpables). Gracias.

medialuna: habrá leído usted mi respuesta un tanto asombrada. Discúlpeme. Y el miedo, sí, tantas veces nos oculta la verdad. Gracias.

Las hojas del roble dijo...

Al miedo se le mira de frente y se le pegan dos buenas hostias.
Un abrazo, Manteca.

JACINTA dijo...

Querido amigo, miedo tenemos todos al ir creciendo, pero con los años,no es que no lo tengamos, es que aprendemos a disiparlos,y si tenemos un ayudante como usted, lo venceremos. felices, fiestas,

mariapán dijo...

¡¡Aaaaaaaaay señor Manteca!! sus palabras me abrigan ¡de verdad! Yo del miedo poco tengo que decir,tan sólo que me gusta porque detrás del miedo está el movimiento; sin miedo no hay movimiento y sin movimiento no hay vida; así que... ¡quiero miedo pa mis días! como tú bien dices, detraás del miedo está la verdad y en el proceso de sentirlo está la vida.

Un beso enorme y tráteme bien a Juanmita, me cae bien y creo que es buen tío...jejeje

adela dijo...

Pues a mi me da tanto miedo el miedo que no me importaría no moverme con tal de no tener miedo.
Sr Manteca, dicen que el odio es amor mas miedo. Usted qué opina?