viernes, 19 de febrero de 2010

La locura



¿Sabes, amigo? Considero que la locura es un privilegio al cual hay que honrar con la coherencia. De grandes periodistas, unos tipos capaces de escribir crónicas volátiles con el sombrero sobre el teclado, un par de copas en el alma y un pitillo en la entrepierna, aprendí que la mejor improvisación siempre es la que ya está escrita. Así, de un modo paralelo y sin embargo tocante, déjame decirte, Juanmita cuerdo, que la locura más eficaz es aquella que previamente ha sido meditada.

No vengo a hablaros, locuelos bloguitantes, de la enfermedad mental, de la cual ninguno estamos a salvo y de la que confío, queridos míos, que estéis muy lejos. No soy tan frívolo. No vengo a escribir sobre esas zonas perdidas del cerebro donde habitan alimañas tan invisibles como tocables, donde las dimensiones se deforman y las miradas se vuelcan sobre una vida sin sentido, donde el razonamiento deconstruye las leyes elementales de la lógica y el mundo torna en enemigo.

No. Dejo en manos expertas de psiquiatras ponderados esas locuras y sus variantes descoordinadas. Yo quiero escribir sobre la locura que nace tras una conversación razonada con un duende que todos llevamos dentro, un cínico colgado y emergente, tal vez malnacido, que cada mañana nos grita al oído que sobre la tierra hay cielos distintos, que hay vida tras el recorrido cotidiano y cabizbajo de un autobús de línea hacia el trabajo y los membretes con sello oficial. Que, al igual que hacía el viejo Diógenes, perro loco, merece la pena entrar al teatro cuando la función ya ha terminado, contracorriente, chocando, buscando hombres con ayuda de farol humilde y entrando al teatro para acallar los aplausos al compás, cuando cae el telón en este lado de la realidad en el cual, antes de morir tras inyecciones que inoculan cordura, nos vamos agotando.

Déjame que te escriba mecido por la locura de los vientos, intentando desatarme esta camisa de fuerza que conforman mis palabras humedecidas por la atrabilis, enmarañado entre mis recuerdos más insensatos y mis olvidos colmados de negrura, suavemente adormecido por alucinaciones de amores destronados, cabalgando sobre caballo metafísico y hambriento, descuidando la retaguardia de un modo tan imprudente que no me quede salida honrosa hacia el mundo de los hombres necios y civilizados.


Déjame que te escriba palabras que no me calmen, no me gustan esas palabras con sabor a infusión de tila, no me gustan las palabras que cumplen las órdenes del escritor. No. Yo quiero palabras que conformen renglones torcidos, que me ignoren y me traspasen, palabras que fueran propias de orates, palabras grilladas y con memoria de grillo para evitar punzadas tan viejas como ancladas, palabras fuertes y posesas capaces de soliviantar al exorcista. Yo quiero palabras aturdidas, palabras que enciendan una hoguera tras dictamen inquisitorial, palabras desnudas y enredadas.

¿Sabes, Juanma querido? Hoy te escribo desde la taberna, apoyando sobre la barra cuarteada unos cuantos folios en blanco y desordenados. Así que ya te dejo. Tengo sed:

- ¡Tato! Ponme otra copa, amigo, hoy necesito inundarme de ron junto a los habitantes más locos de esta madrugada realquilada. Con algo de suerte, colega, alguien arrancará a cantar con duquelas entre palabras ebrias y majaras.

14 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

¿Sabes amigo? Cuando vuelvas a la Taberna del Tato, avísame, para que compartamos algunos ratos de ese tipo de locura, tan, tan necesaria. Un abrazo.

Antonio dijo...

Que bien te sienta el levante manteca...

María Socorro Luis dijo...

Estoy contigo, amigo de Juanma y por lo tanto, amigo.
Adoro esa locura que nos hace ver más allá de lo visible, que nos lleva por sendas misteriosas y amables; y vislumbrar grietas y fronteras de otros mundos más... lógicos? que este que nos ha tocado en suerte,

Un abrazo loco. Soco

Javier Sánchez Menéndez dijo...

La locura, ¿tiene cura?

mangeles dijo...

A mi me gustan los locos, que creen que pueden ...y pueden...cuando todo el mundo dice que es imposible que puedan...y ellos pueden.

Esos que sueñan sueños imposibles. Esos que arriesgan hasta perder o ganar.

¡Con lo sosa que soy yo¡...

Qué Grandes son los locos.


Besos.

adela dijo...

Lo mejor y lo peor de la vida se sitúa encima de esa delgada línea, donde yo, no quiero volver a estar nunca.
Es usted un genio.

Fernando Moral dijo...

La locura, el duende, el genio, la genialidad al fin. Qué gran tratado sobre lo sobresaliente.

Un abrazo.

Er Tato dijo...

¿Lo de siempre, Manteca? Aparta esos folios, amigo, y deja hueco a mi copa, que anda hoy la ventolera desarbolando ideas y espelucando recuerdos. Brindemos por esa locura de la que hablas. Excéntrica y sucesiva, mas no descentrada ni perenne. Brindemos pues por eso que unos llaman genialidad y otros arte. Exceso de inteligencia en todo caso.

¡A tu salud, Juan!

Librería de Mujeres Canarias dijo...

¡Salud!
Ponme otra copa que las palabras me están grillando.
Beso.

mariapán dijo...

¡Qué maravillosa descripción de la locura y las palabras!... sabes que la empatía nos asalta a los que presumimos de ser unos locos "perdíos" ¿no?

Me quedo con "palabras fuertes y posesas capaces de soliviantar al exorcista"...si, siempre soliviantar a las conciencias ¡ese es el reto! y si usamos palabras capaces de provocar hasta al exorcita ¡imagina hasta dónde podemos llegar!

¡Salud amigo! y nos vemos en las tabernas, los locos sabemos que allí nos encontraremos...

Un beso enorme ¡ah y otro para Juanma! dáselo tú que lo visitas más a menudo que yo.

Susana Peiró dijo...

Venga...otra copa!

Se me hace que nuestro hombre no pasó el cordurómetro, y esto siempre es motivo de festejo!

Lo esperamos de este lado de la trinchera. Ya sabe, somos gente de paz. No disparamos clichés (y menos después de un par de tragos)o "palabras grilladas" y generalmente somos rebeldes a las órdenes del escritor de turno.

Sírvase tomar asiento o quedarse de pie, si está cómodo. Incluso puede bailar si gusta, al ritmo de la música que sienta y arriba de la mesa! No cercenamos la alegría ni la condenamos!

O si prefiere, puede usted llorar como Hombre y nostalgiarse todo lo que guste, maldecir en voz alta...o prolongar su silencio al infinito.

Pero eso sí, no nos prive de su presencia!

Mis cariñosos Muy cariñosos besos a su Escritor! A su salud!

Lola Montalvo dijo...

Ese duende que a ti te habla y que tú escuchas. Esa locura que dejas brotar y los demás se pasan toda la vida esforzándose por controlar. Locura. Lo cura...

carmen jiménez dijo...

No creas que no te he leído Manteca. Es sólo que me he quedado loca. Es sólo que después de escribir sobre mi propia locura, me he enredado en mis propias palabras y las he roto, para no aparecer o parecer tan loca como me siento.
Un tratado magistral de la locura cuerda.
Un abrazo.

. dijo...

"Si no escribieras, te volverías loco!"
No Juan.. no tengo la suficiente confianza como para decirte ésto :)
Esa frase se la dijo Naipaul a Paul Theroux y me animo a decir que nada es más cierto.
Muchos de los que escriben se mantienen en esa fina y delgada línea que divide cordura de locura, gracias a la catarsis que logran hacer con sus obras.
Saludos